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Jorge Amaya, además, abordó el sentido social que tiene esta ciencia.
Modelos matemáticos para la planificación minera a cielo abierto es el nombre de la charla que presentó el académico, Jorge Amaya, en una nueva versión de los Seminarios Hubert Mennickent de Matemática Aplicada, que tradicionalmente organizan investigadores del Centro de Investigación en Ingeniería Matemática, CI²MA, de la Universidad de Concepción, y del Departamento de Matemática y Física Aplicadas de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. En ella, el integrante del Centro de Modelamiento Matemático, CMM, de la Universidad de Chile dio a conocer los resultados de sus investigaciones en el ámbito de la extracción minera industrial, específicamente, lo que él denomina “un problema crucial de la industria”, refiriéndose al desafío de determinar la secuencia óptima de extracción de mineral desde el yacimiento. En sus estudios el investigador ha planteado que “una práctica común para la formulación de estos problemas consiste en la descripción de la reserva de mineral a través de la construcción de un modelo tridimensional de bloques, los cuales son las unidades de extracción, y corresponden cada uno a un volumen unitario que se caracteriza por propiedades geológicas y económicas, las que se estiman a partir de datos obtenidos en sondajes anteriores”, detalla el investigador.
Amaya es Ingeniero Matemático de la U. de Chile, Máster en Matemática Estadística del Centro Interamericano de Enseñanza de Estadística (CIENES) de la OEA, y Máster y Doctor en Ciencias Aplicadas de la U. Católica de Lovaina. Actualmente se desempeña como profesor de la Escuela de Ingeniería en su alma mater y director del Laboratorio de Logística y Producción (LPLab) en el CMM, donde le ha correspondido dirigir numerosos proyectos de investigación y desarrollo en el campo de la modelización y la aplicación de las matemáticas a la industria. Destaca, además, su alta productividad científica en Matemática Aplicada e Investigación Operativa, en áreas industriales como la minería, la energía y la programación de la producción, entre otras.
La exposición de Amaya destacó por su contenido primordialmente aplicado y por la excelente interacción que generó con la audiencia, compuesta principalmente por académicos y alumnos de Ingeniería Matemática, del Doctorado en Ciencias Aplicadas con mención en Ingeniería Matemática y de la Facultad de Ingeniería de la UdeC. “Es importante que la gente participe y haga preguntas, porque mi intención es precisamente, suscitar dudas más que dar respuestas, que las personas encuentre atractiva la presentación y les den ganas de estudiar los problemas. Es importante poder minimizar lo técnico, en una charla que es amplia y donde el público es más bien variado, y hay que buscar un balance entre la teoría y la práctica, hablar de matemática e interpretar físicamente o desde el punto de vista industrial cuál es el significado de los hallazgos científicos en relación con el problema que se quiere resolver”, explica Amaya.
El académico, además tiene su visión particular de la relación entre la ciencia y la industria en nuestro país en la actualidad. “En Chile, el esfuerzo que se hace en la investigación aplicada, esto es con impacto industrial y social es, más bien, unilateral: hay muchos investigadores que abordan este desafío y trabajan en problemas de la Física, de la Ingeniería, en problemas sociales, para asuntos tan variados como el fenómeno de la delincuencia. Éste es un problema con muchos factores y, a través de las matemáticas no llegas a resolverlo, pero sí puedes comprenderlo mejor, por cuanto es una actividad económica y, por lo tanto, se puede analizar con las lógicas de la Economía”, señala el investigador.
En relación con los contenidos que expuso en su charla, Amaya señala que fue un desafío entender las lógicas con que los mineros planifican la actividad extractiva. “El rol de la Ingeniería y de la Matemática es objetivizar los problemas y lo que quisimos hacer en este trabajo fue matematizar los criterios que utilizan los mineros al momento de decidir cómo explotar un yacimiento, y entregarles soluciones o ideas de solución, que no estén sujetas a subjetividades. Y luego, contrastar estas soluciones con la realidad, aplicando las conclusiones, por ejemplo en un plan de producción, para poder medir su impacto, en aspectos como los sociales: los turnos de los trabajadores o el ambiente laboral, entre otros. Porque hay que entender que la Matemática por sí sola no resuelve ningún problema. Ayuda a objetivizar por dónde puede ir la solución, pero la solución final debe incorporar elementos de otras ciencias, como la Sociología o la Psicología, porque, por ejemplo, podemos organizar la producción de una fábrica de una manera económicamente muy eficiente y rentable, pero estar produciendo estrés en los trabajadores sin darnos cuenta y, a la larga, eso va a repercutir también económicamente”, ejemplifica Amaya.
Un desafío permanente, que el matemático aborda con entusiasmo en su actividad docente y de divulgación, es poder involucrar a los estudiantes en las temáticas que él estudia. “Lo que busco es entusiasmar a alumnos que, a veces, ven la matemática como algo difícil, árido y lejano, haciéndoles ver que cuando se le orienta hacia algún problema real, le tomarán el gusto, sabiendo que es no sólo una ciencia, sino también un instrumento, o sea que permite llevarla al computador y calcular lo que se está afirmando, y además es un lenguaje porque nos permite comunicarnos. Entusiasmar a los estudiantes es algo que me apasiona, que me digan ‘ese problema que usted plantea me parece interesante de analizar y me gustaría trabajarlo’, porque quiere decir que la Matemática cobra verdadero sentido para las personas, y que puede aportar efectivamente a una mayor calidad de vida para la sociedad en su conjunto”, enfatiza el académico del CMM.